Justificación
Muchos son los teóricos y pensadores que en diversos momentos de
la historia humana se han ocupado del estudio de la relación entre la Música y
la Educación como factor bivalente que determina en gran medida el desarrollo
favorable del individuo (niño y adolescente en edad escolar) en facetas
creativas y productivas que estimulan su proceso de aprendizaje. Desde el punto
de vista pedagógico, contribuye al desarrollo de las capacidades del alumno.
Numerosos estudios llevados a cabo, demuestran que la Música desarrolla la
atención, la concentración, la memoria, la tolerancia, el autocontrol, la
sensibilidad; que favorece el aprendizaje de las lenguas, de las matemáticas,
de la historia, de los valores estéticos y sociales; que contribuye al
desarrollo intelectual, afectivo, interpersonal, psicomotor, físico y
neurológico.
Para Pitágoras, todo hombre debía estudiar las tres ciencias
fundamentales, que eran matemáticas, música y astronomía. Platón, por su parte,
consideraba que todo ciudadano libre debía estudiar música, pues ésta le
aportaba fuerza moral, mesura y valentía. Para él, educación musical era
también educación ética. En la Edad Media, el conocimiento se agrupaba en siete
grandes saberes divididos en el Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el
Qvadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música).
Dentro del clima de agitación intelectual del Humanismo, la música
se impone como uno de los logros más necesarios para el hombre cultivado. En el
Barroco, Descartes en su Compendio de Música relaciona de nuevo la música con
las matemáticas. Precisamente del siglo XVII arrancan algunas de las modernas
teorías que consideran la importancia de la música en el desarrollo de la
inteligencia, la sensibilidad y la habilidad motriz.
El doctor Howard Gardner, director del proyecto Zero y profesor de
psicología y ciencias de la educación en la universidad de Harvard, ha
propuesto desde 1993 su teoría de las inteligencias múltiples. Una de ellas es
la Inteligencia Musical. Ya lo afirmaba Edgar Willems: «La educación musical,
no la instrucción, despierta y desarrolla las facultades humanas».
Pertinencia Social
El empleo de la Música en la Educación permite la participación comunitaria, pues promueve el intercambio de ideas creativas y artísticas entre los miembros del colectivo musical, buscando así trascender las barreras del individualismo para establecer valores de cooperación, solidaridad, colaboración, contribución y trabajo en equipo, como factores necesarios e imprescindibles para que el ser humano, en su rol de ser social, desarrolle la convicción de que puede y debe afectar positivamente su entorno, propiciando de ese modo no el mejoramiento, sino la construcción de un grupo de trabajo y de una sociedad mejor.
La Educación formal, institucionalizada como lo ha sido desde
antaño, tiene las limitaciones propias de todo sistema social, en tanto que el
Estado venezolano, a sabiendas de esta realidad, ha procurado buscar la
inclusión social y la participación ciudadana en un proceso que bien puede
considerarse como masificación de la educación, para que su nivel y alcance
–además de eficaces– logren crear el mayor impacto positivo recíproco posible
tanto en la realidad social del país, como en la realidad individual de quienes
lo conforman.
Es en este punto en el cual la Música como elemento de inclusión
social adquiere idónea pertinencia: a pesar de que ontológicamente toda
masificación redunda en una lógica no-particularización de sus componentes,
pues se basa en la filosofía de la persecución de fines comunes superiores a
cada individuo, la Música, la actividad y el ejercicio musical más que ningún
otro arte, implica una interacción inmediata, espontánea, instantánea y
constante entre los particulares del colectivo musical, demandando de cada uno
de ellos el máximo de sus posibilidades para que así el delicado, importante y
necesario trabajo que hace cada cual pueda resultar beneficioso para el
conjunto. En tanto que en otros campos científicos, humanísticos y artísticos
se ha estimado cierto margen de error tolerable y aceptable para que cualquier
trabajo sea considerado como realizado con éxito, y asintiendo a la premisa de
que los absolutos no existen, en el área musical es donde sin duda alguna el
aporte de cada miembro es tan importante para el grupo como el grupo mismo: si
uno solo falla, el grupo falla.
Así, esta dialéctica de trabajo en equipo permite cultivar y
promover hasta grados muy elevados valiosas cualidades intrínsecas, auténticas
y efectivas de compromiso, responsabilidad y participación que trascienden los
distintos estadios de acción del ser individual: desde su papel personal y
familiar hasta el colectivo y laboral, contribuyendo notablemente a establecer
una dinámica de cooperación social, de participación comunitaria, en un
esfuerzo mancomunado por hacer tanto de la educación venezolana como –en última
instancia– de la sociedad venezolana, óptimos espacios de realización y
bienestar para el hombre.